Como comentabamos en el artículo anterior, en las últimas décadas en las economías avanzadas se ha dado un fuerte proceso de deslocalización, entendiéndose este como aquel por el que una empresa situada en un país cualquiera toma la decisión de abandonar su actividad parcial o totalmente para producirla en países distintos.
En este artículo se explican los motivos que facilitan ahora el movimiento inverso de relocalización, y las palancas que pueden impulsar el crecimiento del sector industrial español.
A pesar de no estar admitido por la RAE, el vocablo relocalización está ampliamente extendido y consiste en volver a localizar la producción en otra ubicación o revertir una deslocalización antes realizada.
La tendencia de deslocalización comenzó a revertirse tras la crisis de 2008 debido a la caída de la demanda por lo que numerosas empresas se vieron obligadas a relocalizar algunas plantas. Según los datos de The Boston Consulting Group, desde el año 2009 en adelante el empleo manufacturero aumenta en los Estados Unidos cuando llevaba una trayectoria descendente desde la década de los setenta.
Este cambio de tendencia con el retorno de las industrias se ha apuntalado tras la crisis sanitaria de la COVID19 que paralizó el suministro de productos procedentes de Asia, antes incluso de que los países europeos se hubieran visto afectados por la pandemia.
Esto ha puesto de manifiesto la altísima dependencia del exterior en momentos de dificultad como este, dependencia que sería desastrosa en otras situaciones extremas, como puede ser un conflicto armado.
Justo cuando parecía que China se convertiría en la fábrica del mundo, la balanza se empieza a equilibrar en la segunda década del siglo XXI por las siguientes causas:
- Los costes laborales se han ido abaratando en Occidente gracias a las tecnologías de fabricación avanzada y a la robótica.
- La normativa laboral y medioambiental se está desarrollando en China.
- Los costes laborales chinos se han incrementado deslocalizando a su vez parte de su producción a países como India, Bangladesh, Pakistán o Marruecos.
- La calidad sigue siendo superior en Occidente.
- La mayor importancia que está cobrando la personalización del producto, la rápida adaptación al gusto y el lujo.
- La alta dependencia de los países occidentales de la producción externa, de las cadenas logísticas y de factores geopolíticos como se ha puesto de manifiesto con la pandemia y se podría ver agravado en caso de guerra.
- No hay suficiente protección de patentes y know-how.
- Hay diferencias culturales e idiomáticas que afectan de manera negativa.
Los primeros casos de relocalización se vieron en la economía estadounidense que por tamaño y dinamismo es la principal del bloque occidental. Allí se sufrieron más intensamente los efectos de la deslocalización industrial pero también se pusieron antes las bases de una recuperación basada en las nuevas tecnologías y el impulso dado desde 2013 por la administración del presidente Obama. Desde entonces el lema «American made» no ha desaparecido ya de la política nacional norteamericana.
La reacción europea vino en el año 2014 con el informe de la Comisión “Por un renacimiento industrial europeo” pero que no deja de ser una serie de recomendaciones para el Parlamento Europeo que después hay que llevar a la práctica. Y como ya hemos dicho, el objetivo para el año 2020 ya no se ha cumplido.
Indice de contenidos
Glosario de términos y acrónimos
Reshoring: Relocalización
UE: Unión Europea
OMC: Organización Mundial del Comercio
UNCTAD: Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo
UE4: Ampliación de la UE a partir de 2005 con el grupo de Visegrád (Hungría, República Checa, Polonia y Eslovaquia)
TIC: Tecnologías de la información y comunicaciones
Industria 4.0: Cuarta revolución industrial que combina técnicas avanzadas de producción y operaciones con tecnologías inteligentes
PIB: Producto interior bruto
La crisis de suministros
La gran dependencia de los países occidentales de las producciones deslocalizadas a países emergentes se pone ahora de manifiesto en la situación de crisis de suministros. Afecta primeramente con un aumento del coste de materiales y componentes, y acaba provocando complicaciones logísticas y parada de plantas productivas y expedientes de regulación de empleo temporales que se han venido produciendo durante todo el año 2021.
Según la Organización Mundial de Consumo (OMC) se han constatado también restricciones a la exportación en respuesta a la crisis de la COVID-19. De acuerdo con uno de sus informes, se han producido prohibiciones y restricciones a la exportación, que han afectado a suministros médicos como fármacos, mascarillas, respiradores, vacunas y otros equipos médicos que los países han reservado para su consumo interno.
Así, precisamente lo que antes tenía un claro rendimiento y unos resultados más que positivos ha acabado desembocando en una pesadilla de falta de stocks, retrasos interminables, regulaciones de empleo y carestía de productos esenciales en caso de emergencia.
Reindustrialización. Palancas de crecimiento.
La situación más delicada es la de los países desarrollados especializados en producciones de carácter tradicional, como España, atrapados entre las economías tecnológicamente más adelantadas, que dominan la innovación en las manufacturas avanzadas, y las industriales emergentes, con firmes ventajas comparativas en actividades tradicionales y ventajas crecientes, adquiridas de forma muy rápida por medio de las EMN, en las manufacturas de mayor intensidad tecnológica. Obviamente estos países deben redoblar sus esfuerzos para afrontar el desafío competitivo del mundo en desarrollo.
Puesto que la reindustrialización es una tendencia que ejecutarán todos nuestros vecinos, se corre el riesgo de quedarse atrás si no se toman acciones. En estos momentos la mayor preocupación es qué ocurrirá con la industria de vehículos de motor española, que ha resistido con mucho éxito los envites de la competencia internacional manteniendo el volumen de empleo al tiempo que elevaba sus niveles de productividad laboral, mejorando su competitividad, pero que enfrenta ahora la reconversión del sector que provocará la transición a los vehículos eléctricos. Hay un riesgo evidente de perder cuota en detrimento de otros países desarrollados con mayor innovación.
Pero existe una oportunidad real de generar riqueza en España a través de una reindustrialización competitiva de la economía. La premisa necesaria es que el sector industrial no solo sea mayor sino más competitivo. Para lo cual se debería trabajar en las líneas siguientes:
- Establecer unos objetivos medibles a alcanzar. La aspiración nacional de que la Industria tenga un peso en el PIB del 20% es un buen comienzo. Igualmente, la cifra de negocio por ocupado que era de 273.00 euros en 2018 debería acercarse a valores de 340 K€ para estar más cerca del pelotón de cabeza de la UE. En ambos casos supone una mejora potencial del 25%.
- El talón de Aquiles histórico de la Industria española es el reducido tamaño de las empresas en comparación con los países europeos de referencia y la productividad del trabajo que se ve afectada tanto por el menor tamaño de las empresas como por su dedicación a sectores de menor valor añadido como los intermedios y tradicionales. El incremento del tamaño de las empresas y el desarrollo del pequeño sector de las manufacturas avanzadas redundaría en mejoras de la productividad y facilitaría la internacionalización. El desarrollo de los clústeres sectoriales es una herramienta muy potente para hacer frente al tamaño limitado y dar respuesta a las necesidades de capacitación e innovación.
- El sector privado puede aprovechar las posibilidades colaborativas sectoriales como los clústeres, pero también debe ser proactivo y no esperar la finalización de reformas económicas estructurales. Es fundamental que las empresas se anticipen y lideren el cambio que la disrupción tecnológica supone. El desarrollo de estrategias de la Industria 4.0 como robotización, inteligencia artificial, procesos productivos alternativos, fábrica inteligente, Internet de las Cosas, etc. es “un requisito esencial para garantizar la competitividad de Europa a medio y largo plazo con implicaciones para el bienestar general” (Comisión Europea, 2016).
Finalmente, en un mundo con las fronteras cada vez más difusas, el dominio de las tecnologías y la capacidad de llevar a cabo innovaciones decidirán las posiciones en los mercados. No es solamente que España deba ponerse al nivel de sus socios europeos en inversión en I+D+i, sino que debe afrontarla integrando capacidades sectoriales, de las administraciones y de las universidades, así como trabajar en elevar la cualificación de los empleados con programas de capacitación y evaluación continuos.
Bibliografía
- Instituto Nacional de Estadística. España en cifras 2021.
- Rowan Moore Gerety (2021). Deslocalización y rentabilidad privada. MIT Technology Review.
- José Ramón Fernández de la Cigoña (2021). ¿Relocalización? Nueva tendencia de moda en muchos de los sectores industriales. Sage Advice.
- Rosemary Coates, Alex Levy, Daisie Hobson, Jasmine Afshar, (2019). Survey of global manufacturing. The changing trends of reshoring in the United States. Reshoring Institute.
- Dirección General de Política de la Pequeña y Mediana Empresa (2018). Globalización y deslocalización. Importancia y efectos para la industria española.
- Cámara de Comercio de España (2018). Mapa del sector industrial español: claves y retos.
- Boston Consulting Group (2015). Reshoring of manufacturing to the US gains momentum.
- Deloitte (2015). Propuestas para la reindustrialización de España.
- Comisión Europea (2014). Por un renacimiento industrial europeo.
- Harold L. Sirkin, Justin Rose, Michael Zinser (2012). How shifting global economics are creating an American comeback. The Boston Consulting Group.
- Esmeralda Linares Navarro (2009). La deslocalización industrial en Europa. Analistas económicos de Andalucía.