En los últimos tiempos, la pandemia y las tensiones geopolíticas han hecho que, tanto el gas como la luz, incrementen su precio hasta cotas nunca vistas. A finales de abril de 2022, el gas se situaba en 92 euros/MWh y la luz en 205 euros/MWh.
Y es que este fenómeno está ocasionando un fuerte impacto en aquellas industrias que dependen de combustibles fósiles en su actividad diaria. La energía ha pasado de ser un factor secundario a principal protagonista de muchas cuentas de resultados y, por tanto, a ocupar un lugar preferente entre las prioridades de los empresarios.
Sin embargo, no todo son malas noticias. España es uno de los países con más potencial renovable en Europa, sobre todo solar: dispone de 300 días al año de sol con una radiación solar muy superior a la media europea.
Esta energía puede aprovecharse para rebajar la factura energética de la industria objetivo, pudiendo además eliminar el gasto por tonelada de CO2 si es que dicha instalación incurre en emisiones de este tipo.
Existen diversas formas de aprovechar la energía de sol, siendo la fotovoltaica y la termosolar las principales y siendo la segunda la más indicada para industrias que utilizan el calor como base de su producción.
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Termosolar y almacenamiento térmico
La energía termosolar industrial consiste en el aprovechamiento de la energía solar por concentración de alto rendimiento para aplicaciones de calor en alta y media temperatura (400ºC-150ºC), empleando fluidos térmicos de uso habitual en los procesos industriales (aceite térmico, vapor, agua sobrecalentada, aire).
Esta energía renovable es capaz de almacenarse de forma masiva en sistemas de almacenamiento térmico (TES o Thermal energy storage) lo que la hace completamente gestionable y permite independizar el aporte de calor al proceso de la disponibilidad del sol. Esto permite aumentar las horas anuales entregadas de energía renovable al proceso (porcentaje de cobertura solar) reduciendo las pérdidas.
Además, algunas tecnologías de TES como el almacenamiento en estado sólido permiten almacenar energía de otras fuentes como la fotovoltaica y la minieólica, abriendo las puertas a la hibridación.
Tanto las tecnologías de captación solar como de almacenamiento térmico son diversas y su selección dependerá del tipo de proceso productivo objetivo.
La termosolar ahorra costes y optimiza la producción
La energía termosolar sustituye directamente a las fuentes de origen fósil como el gas natural o el gasoil. Por tanto, cada MWh que deja de generarse con ellas y cada tonelada de CO2 que deja de emitirse es dinero que se invierte en pagar el proyecto. Una vez amortizada la inversión, la instalación seguirá generando ahorros anuales que supondrán una importante reducción en gastos operativos (OPEX) durante el resto de la vida útil del proyecto que, con un correcto mantenimiento, está en torno a los 15-20 años.
Además del ahorro, una buena cobertura solar hace que el proceso productivo reduzca, o incluso elimine, la incertidumbre de los precios futuros en combustible y en emisiones de CO2 al no depender de ellos. El industrial podrá prever su OPEX de una manera más precisa y planificar la producción e inversión de una forma óptima.
¿Qué fórmulas existen para implantar la termosolar en mi industria?
Existen dos fórmulas principales para disfrutar de termosolar en un proceso productivo:
- Realizar una inversión de forma particular: En este caso, el industrial decide invertir en el proyecto, subcontratando total o parcialmente el diseño, la construcción de la instalación y puede que la gestión de las ayudas disponibles. Es importante saber que, según el RD 1124/2021, este tipo de instalaciones pueden disfrutar de subvenciones que van del 35 % al 50% del coste de la instalación. En este caso, el industrial asume la financiación, pero su ahorro energético es mayor a largo plazo.
- Firmar un contrato de compraventa de energía PPA Onsite: En este caso el industrial cede sus terrenos para que una empresa energética financie, construya, opere y mantenga la planta a cambio de un precio competitivo de la energía que genere durante un periodo acordado que suele estar entre los 8-15 años. A partir de ahí la instalación pasará a ser propiedad del industrial con todo lo que ello conlleva, es decir OPEX y ahorros generados asociados. En esta segunda fórmula, el industrial consigue eliminar el riesgo del proyecto y las oscilaciones de precio de la energía a coste de recibir un ahorro menor por unidad de energía.
La importancia de asesorarse
Sea cual sea la fórmula adoptada y debido a la complejidad de los procesos industriales, es aconsejable contratar a empresas especialistas en la integración renovable industrial. De esta manera, la instalación renovable es especificada desde su inicio de una forma optimizada, lo que incrementa su retorno y reduce el riesgo en cualquiera de los escenarios.
CADE, gracias a su posición consolidada en expertise en termosolar y procesos industriales, ofrece un acompañamiento integral al industrial a través de todas las fases de este proceso (análisis de integración, selección de la tecnología, análisis de viabilidad, el diseño conceptual, básico y de detalle, compras y construcción y puesta en marcha) pudiendo desempeñar diferentes roles, ya sea como ingeniería de la propiedad, desarrollador de proyectos “llave en mano” (EPC) o fabricante de equipos termosolares de generación y almacenamiento térmicos.
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